miércoles, 2 de junio de 2010

El duelo de las tarjetas postales

Por aquéllas épocas -primeros años del Siglo XX- los mensajes de amor amplios se acostumbraban a enviar escritos por correo postal tradicional, esto es, en cartas o epístolas. Pero una suerte de mensaje breve (los SMS de la época) se establecía a través de las tarjetas postales. Eran un modo de escribir rápido palabras de amor dirigidas a las dueñas de nuestro corazón. Era una manera inmediata de mantenerse en contacto con la persona a quien le prodigábamos nuestros afectos. Hoy -por supueto- usamos el teléfono celular.

Decíamos en el artículo anterior, que se había establecido una suerte de duelo amoroso entre Julio y José por María Baldomera. Lo cierto es que este duelo realmente existió, pero solo a partir de un nutrido intercambio de tarjetas postales que le llegaban a Baldomera, en cantidad.
Si bien, no tenemos una historia completa de los hechos -como le gustaría a un historiador o periodista que se precie-, disponemos de tres tarjetas de Julio y otras cuatro tarjetas de José. Serán más que suficientes para imaginar la verdadera magnitud de la pasión que inspiraba este amor. 

Si estás dispuesto a ver y emocionarte con estas tarjetas, continúa leyendo haciendo click en el siguiente vínculo.

lunes, 31 de mayo de 2010

¿De dónde vengo exactamente?

En los primeros años del Siglo XX, en la Residendia Sobremonte ubicada en la Estancia Sobremonte, en los alrededores de San Pedro de Choya, residía la familia Espeche-Agüero. Fue una familia que hoy podríamos nombrar como respetable, prolífica y tradicional.

Este tronco familiar se destacó -como en casi todas las familias choyanas- por la belleza natural de sus hijas. La primogénita de este tronco, María Baldomera, tenía todos los encantos para merecer los galanteos de un preciado y prestigioso varón de la época, que pudiera pretenderla.

Por supuesto que los corazones de éstos enamorados varones latían muy fuertemente por esta pequeña damita. Tan fuertes eran los sentimientos amorosos que María Baldomera inspiraba en todos ellos, que hasta se declaraban capaces, de despositar a sus pies, la estrella más grande del cielo, al amanecer: el lucero del alba1.

Fueron muchos los platónicos enamorados, pero de entre todos, se destacarton dos, con tal fuerza social que hasta llegó a rondar la idea de un honorable duelo a muerte, para merecer a la bella María Baldomera.

El duelo realmente existió pero no en términos agresivos sino poéticos hacia la bella. Se estableció una suerte de duelo de poemas escritos de puño y letra.
Los dos varones fueron muy dignos adversarios en esta disputa. Uno de ellos era un caballero muy culto, cuya descendencia en Santiago del Estero fue de extrema importancia para el desarrollo del porvenir cultural de los santiagueños. El otro fue un varonil caballero de un físico privilegiado natural (no fisicoculturista) y con un temperamento natural de tal dimensión de bondad, que era muy querido en todo su entorno social.

Como resultado de esta puja amorosa, el segundo de los nombrados pudo imponerse sobre el primero, para formar así el tronco familiar de los Vera-Agüero, que finalmente también tuvo una prolífica descendencia (8 hijos) y un apreciado desempeño moral y social en Santiago del Estero.

Creo que el caballerísimo José Vera, más inteligentemente, supo ganarse primero el aprecio y la confianza plena de su futura suegra Nicéfora. Y esto no es algo que yo haya sospechado, imaginado o inventado. Puede leerse textualmente en la transcripción de su testamento ológrafo2, la confianza ciega que José había inspirado en Nicéfora.

Como ya lo anunciáramos antes, en este post, no hablaremos de ciencia basada solo en la razón, sino de profundos sentimientos pasionales que expresaron nuestros antepasados. Los invito a imaginar los entornos de la época a través copias fieles de los documentos reales que presentamos. Ejercitemos la imaginación con nuestras mentes entrelazadas con nuestros corazones.

Tiemblo al reflexionar y comprobar que quizá los sentimientos basados en el amor pasional, muy pero muy poco, habrían cambiado en casi toda la historia de la humanidad (en nada menos que 4 millones de años).  ¿Es que no estuvieron sujetos a la evolución Darwiniana? o es que se trata de una fuerza inmutable propia de la eternidad. 


Quien esto escribe es justamente uno de sus orgullosos descendientes, nieto y ahijado de María Baldomera. ¿Qué habría sido de mi?, si José Vera no hubiera consumado su amor pleno con María Baldomera? Hoy mi existencia habría sido virtual, ¿o no?


 ¿De dónde vengo yo exactamente?, me pregunto sintiendo la matraca de mis rodillas estremeciéndome de emoción. Pues vengo de una verdadera historia de amor, ¿quieren conocerla?